La biopsia de próstata es un procedimiento diagnóstico que consiste en extraer pequeñas muestras de tejido prostático para analizarlas en el laboratorio. Su objetivo principal es confirmar o descartar la presencia de células cancerígenas.
Dado que el cáncer de próstata suele avanzar lentamente y, en etapas iniciales, no siempre presenta síntomas, esta prueba se convierte en una herramienta clave para llegar a un diagnóstico certero.
Indicaciones principales para realizar una biopsia de próstata
No todos los hombres necesitan una biopsia. Generalmente, el urólogo la recomienda en los siguientes casos:
- Elevación del antígeno prostático específico (PSA):
- El PSA es una proteína producida por la próstata y se mide a través de un análisis de sangre.
- Niveles persistentemente altos o un aumento rápido con el tiempo pueden ser indicio de cáncer, aunque también pueden deberse a otras condiciones (como hiperplasia prostática benigna o prostatitis).
- Resultados anormales en el tacto rectal:
- Durante el examen digital rectal, el médico puede detectar irregularidades como endurecimientos, nódulos o asimetrías en la próstata.
- Pruebas de imagen sospechosas:
- Técnicas como la resonancia magnética multiparamétrica pueden mostrar lesiones sospechosas que requieren confirmación mediante biopsia.
- Historial clínico y factores de riesgo:
- Antecedentes familiares de cáncer de próstata.
- Pertenencia a grupos de mayor riesgo (por ejemplo, hombres afrodescendientes).
¿Cómo se realiza la biopsia?
La técnica más común es la biopsia transrectal guiada por ecografía, en la que se introducen agujas finas a través del recto para obtener muestras.
En algunos centros también se realiza la biopsia transperineal, en la que las muestras se toman a través de la piel entre el escroto y el ano.
Generalmente se extraen entre 10 y 12 fragmentos de tejido, que luego se estudian bajo el microscopio.
Posibles efectos secundarios
Aunque suele ser un procedimiento seguro, la biopsia de próstata puede provocar:
- Molestias o dolor leve en la zona.
- Presencia de sangre en orina, semen o heces por algunos días.
- Infección urinaria (poco frecuente, pero posible).
Por ello, el médico suele indicar antibióticos preventivos y recomendaciones específicas para el cuidado posterior.